TRANSLATE

lunes, 1 de junio de 2015

SEGUNDA RELATORÍA DEL PROYECTO #RATATATATATATAPLÁN




“En el interior del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente (RPVO), un grupo de internos, convencidos de que el arte y la cultura son herramientas de recuperación y transformación humana, coadyuvan con las autoridades del sistema penitenciario. Aplican el principio cervantino de buscar, hallar y rescatar tesoros, ahí donde los demás dicen que no hay sino basura.”
 (Testimonio de una persona privada de su libertad en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente)

Somos muchos los que, en mayor o menor medida, nos dejamos condicionar ya sea por las circunstancias o el carácter, abandonando el infinito poder de nuestra libertad a la inercia. El determinismo, que ineludiblemente trae consecuencias directas en la vida personal, se refleja en la comunidad y por ende en la sociedad. ¿Qué hacer entonces para modificar nuestra sociedad si en lo personal nos sentimos tan condicionados, y estamos tan poco conscientes de nuestra propia libertad? Las funciones que continuamos dando al interior de los 11 Centros Penitenciarios del DF, nos dieron la oportunidad de observar este hondo y conmovedor panorama humano, en una “pequeña sociedad” que se determina diariamente por circunstancias tajantes como la reclusión y la violencia que afecta a nuestra sociedad en la actualidad.

"El país de las metrallas o Ratatatatataplán" y "México sin cabeza o La feria de las cabezas rodantes" se ambientaron al ritmo de ese público franco, directo y muy poco condescendiente; los actores fueron capaces de integrar en sus improvisaciones situaciones o el lenguaje de las prisiones, logrando con ello dialogar eficazmente con la audiencia y consiguiendo que temas como el fotoperiodismo, la narcoviolencia y la corrupción resonaran en la conciencia de muchos. Las obras fueron también convocando público, pues las autoridades y la población de cada centro las fueron recomendando de boca en boca. De esta forma obtuvimos grandes audiencias, centenares de personas privadas de su libertad que acudían porque sabían que algo diferente iba a suceder. Aquello comenzaba a parecerse como suponemos sucedían las revistas políticas y las carpas: Con ese público ruidoso, irreverente, participativo y tremendamente vivo.

La gira abarcó desde los pequeños anexos con poblaciones que están a meses de salir en libertad, pasando por los grandes centros con poblaciones de varios millares, hasta los anexos de alta seguridad donde las condenas de quienes los habitan son indeciblemente largas pues los delitos que cometieron fueron graves, muchos de éstos relativos al narcotráfico a gran escala.

Conocimos en cada centro a personas que sin importar cuán determinados por las circunstancias estuvieran, han decidido tomar en sus manos las actividades artísticas como un medio para recuperarse a sí mismos. En el ámbito escénico, conocimos hombres que mantienen los auditorios vivos mediante el teatro que ellos mismos hacen, encausando de la mejor manera sus innegables talentos. Presenciamos escenografías pintadas por manos hábiles, auditorios adornados con bellos y simbólicos murales. Escuchamos a internos, que fungen como jefes de foro, decirnos que algunos grupos de teatro penitenciario comienzan a hacer “microteatro” y “teatro en corto” porque ese formato les funciona muy bien en sus condiciones de reclusión. Conocimos jóvenes con tremendas habilidades narrativas, visuales, musicales, vocales, histriónicas y de liderazgo para quienes la reclusión se ha convertido en la mejor oportunidad de abandonar las adicciones y cambiar. Personas para quienes el teatro, como uno de ellos nos dijo, -Es el lugar donde no estoy preso, aquí soy libre-.
En uno de los centros donde presentamos ambas obras, tuvimos la oportunidad de convivir más extensamente con uno de nuestros anfitriones, un hombre joven, formal, con carrera universitaria, un interno que apoya en las actividades educativas de su centro. Él nos comentaba que cuando presentamos “El país de las metrallas o Ratatatatataplán” la obra generó tal entusiasmo por su estilo (Revista política y Cabaret) que los mismos internos, al saber que regresábamos con la otra obra “México sin cabeza o La feria de las cabezas rodantes”, ya estaban con antelación afuera del auditorio esperando entrar y felicitaron a las autoridades por la apertura de presentar obras de sátira social y crítica política, incluso les pidieron que llevaran más teatro así.

En total tuvimos alrededor de 4000 espectadores de los cuáles el 95% fueron hombres, el 5% restante mujeres en reclusión. La experiencia con el público femenino fue diametralmente opuesta a como lo fue con el varonil, concretamente porque evidenciaron un aparente desinterés sobre temática social y política, hecho que nos dejó ver un grado de desinformación sobre estos temas, pero también que sus necesidades de discursos tal vez sean otras ya que la violencia la reciben y la ejercen de otra manera. No hacen falta más palabras para suponer la gigantesca problemática que las determina y el público todavía más específico que son las mujeres privadas de su libertad.

La experiencia que genera el arte al interior de los Centros Penitenciarios hace posible que las personas privadas de su libertad dejen de creer en determinismos y, por una acto de decisión consciente, se dispongan a encontrar una puerta a la transformación personal y en consecuencia social.

México vive tiempos de extrema violencia, una violencia declarada, explícita. Es una situación que no se puede esconder o aminorar con discursos y justificaciones políticas. Es algo que trasciende ya la burbuja de la política ramplona mexicana porque nos compete a todos los que hemos decidido permanecer en este país para vivir nuestras vidas. Y en este panorama la ignorancia y los prejuicios suelen definir en nuestra contra diversas circunstancias que condicionan nuestro trato, nuestras interacciones, nuestro trabajo, el modo en que vivimos como sociedad. El proyecto RATATATATATAPLÁN es la respuesta de un grupo teatral a una pregunta que parece enorme: “¿Qué vamos a hacer?...”

Lo más valioso que encontramos al interior de cada Centro Penitenciario fue el trato franco y generoso de todas aquellas personas privadas de su libertad que nos recibieron en sus auditorios para llevar a cabo las funciones. En los casi dos meses que duró esta temporada de primavera, jamás tuvimos una negativa por parte de ellos para resolver alguna necesidad de montaje. Incluso cuando se nos presentaron dificultades técnicas, como la vez que nuestro equipo de sonido no funcionó, rápidamente ya teníamos una consola de audio con nuestros micrófonos conectados y pudimos salir adelante para realizar esa función. En una de las obras le damos al público pelotas de plástico para que interactúen en una escena, pues nunca se perdió ninguna pelota. Cosa que sí nos ha sucedido cuando tenemos funciones con estudiantes de bachillerato en un teatro “normal”, por ejemplo. Finalmente, el comentario general de las casi 4000 personas privadas de su libertad que tuvimos de público fue que no eran obras “panquesonas”, es decir, no eran obras “fresas” que no guardaran relación con los conflictos que ellos viven cotidianamente. Por lo tanto, este proyecto nos sirvió también para despejar nuestros propios prejuicios sobre este público muy especial. Nuestros juicios no determinarán la situación legal de las personas privadas de su libertad. Esto no nos corresponde. No es nuestra competencia marcar a “los buenos” y a “los malos”. Lo que sí pudimos advertir es que hay mucha gente con deseos genuinos de recuperar su libertad y transformar sus vidas, transformar su propia realidad. Y esta decisión puede reforzarse mediante la sensibilización que genera la experiencia teatral. Si este objetivo se ha cumplido, entonces todo esfuerzo para ejecutar este proyecto ha valido doblemente la pena.


Este año, la compañía TEATRO DE LOS SÓTANOS no tiene programada ninguna función en los teatros que dependen de las instituciones culturales. Nuestras obras “panquesonas” no se quedaron en ninguna convocatoria. Lo que nos llena de una tremenda satisfacción es que el RATATATATATAPLÁN ya cubrió todos los Centros Penitenciarios del DF y, en una segunda temporada de verano, estaremos presentándonos en Plazas Públicas de todas las delegaciones del DF. Hay mucho trabajo por hacer y muchos sectores por atender, y esto a veces pasa inadvertido para quienes hacemos teatro profesional. Deseamos que este proyecto al interior de los Centros Penitenciarios sirva como precedente para programas y colaboraciones institucionales para seguir atendiendo a públicos muy específicos. Y la pregunta sigue abierta: “¿Qué vamos a hacer?...”

Galería fotográfica de algunas funciones de 
"El País de las Metrallas o Ratatatatataplán"

Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Norte

Reclusorio Preventivo Varonil Norte

Reclusorio Preventivo Varonil Norte

Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Norte

Reclusorio Preventivo Varonil Sur

Centro Femenil de Readaptación Social "Tepepan"

Galería fotográfica de algunas funciones de 
"México sin cabeza o La feria de las cabezas rodantes"

Reclusorio Preventivo Varonil Oriente


 Reclusorio Preventivo Varonil Oriente



 Reclusorio Preventivo Varonil Oriente


 Reclusorio Preventivo Varonil Oriente


Reclusorio Preventivo Varonil Oriente


Reclusorio Preventivo Varonil Oriente


Proyecto apoyado por


No hay comentarios.: